Por decisión o por resignación, el Gobierno priorizará el año próximo la consolidación del crecimiento económico por encima de la velocidad de la reducción de la inflación.
El Gobierno quiere aprovechar el envión de este año, que terminará con un crecimiento del PBI cercano al 3% y una inflación del 24%, para lograr el segundo año de crecimiento en forma consecutiva, un fenómeno que no se logra desde hace seis años.
Dado que el ajuste de precios relativos se mantendrá el año que viene, el Banco Central ya se resignó a que la inflación core -que no toma en cuenta ni los precios estacionales ni los regulados- recién podría alcanzar una velocidad crucero del 1% mensual en el segundo trimestre del año próximo.
En este sentido, aunque a veces hay fuertes discusiones conceptuales entre los funcionarios del Banco Central y los del equipo económico, los intereses parecen alineados, aunque sea por diferentes razones. Todos coinciden en que la inflación tardará en bajar y el Gobierno cree que hay que garantizar, al menos, que la economía crezca un 3,5% el año próximo.
En la Casa de Gobierno, un calificado funcionario que monitorea la evolución de la economía dijo: «No me preocupa tanto que se demore la baja de la inflación como que no logremos crecer igual o un poco más que este año».
El crecimiento por dos años consecutivos sería clave para mejorar las expectativas de inversión, empleo y consumo.
Pero acá se plantea otro dilema: el Gobierno también está bastante preocupado por el atraso del tipo de cambio, y por esta razón también quiere que el Banco Central reduzca la tasa de interés. «Es la cuestión más compleja que tenemos para resolver», admitió el funcionario.
Otro importante integrante del Gobierno aseguró que ceder en 2 o 3 puntos en la tasa de interés no afectará en forma sustancial la lucha contra la inflación, pero sí puede ser relevante para robustecer el crecimiento económico. Y, a la vez, indicó que crecer 4% o 5% es mejor que un 2% o 3%, en términos de lograr los objetivos de reducir el déficit fiscal, generar empleo y estabilizar las muy altas necesidades financieras.
Por esta razón, pasado el período de reformas de este mes, el equipo económico buscará mejorar la coordinación con el Banco Central.
Aprobada la reforma previsional, el Gobierno respira más aliviado, ya que se trataba de la más controvertida de las discusiones legislativas. En voz baja, los funcionarios admiten que el Gobierno se ahorrará unos $ 70.000 millones por el cambio en la fórmula de ajuste en los haberes, aunque una parte de esa mejora en las cuentas fiscales se perderá con la aplicación de la reforma tributaria, que se convertirá en ley la semana próxima.
«El día que ganamos las elecciones legislativas nadie podía creer que íbamos a tener la reforma previsional, el pacto fiscal y la reforma tributaria. Y estamos muy cerca de lograrlo, antes de fin de año», dijo el funcionario, con evidente orgullo.
De cara a 2018, en la Casa de Gobierno afirman que el panorama luce favorable porque la inversión puede crecer al 12,5%, como se planteó en el presupuesto nacional. «Ahora, la inversión crece al 15%, y si se mantiene a un ritmo del 10% anual estará muy bien. La rentabilidad ya es buena en energía, construcción, agroindustria y telecomunicaciones; el año próximo se sumará el sector automotor», explicó el funcionario.
Los economistas que trabajan en el sector privado coinciden en que habrá otro año de crecimiento, pero hacen sus advertencias por la «bola de nieve» de las Lebacs y por el creciente déficit externo.
Con matices, los analistas consultados destacaron la aprobación de las leyes que propuso el Gobierno después de ganar las elecciones legislativas de octubre.
Miguel Kiguel, director de Econviews, dijo que la aprobación de la ley previsional «se percibe como una consolidación del poder del Gobierno y reafirma la gobernabilidad que se esperaba que la administración de Macri consiguiera luego de la victoria electoral del 22 de octubre».
«Otro elemento importante es que la reforma asegura una reducción del gasto público que permite cumplir con las metas de déficit fiscal que se fijó el Gobierno para los próximos años, que ayudarán a mejorar la calificación crediticia del país y a bajar el costo de financiamiento», agregó Kiguel.
El ex secretario de Finanzas Lisandro Barry opinó que «es sumamente importante que los acuerdos con el peronismo federal o los gobernadores hayan funcionado en un tema tan sensible».
Hacia adelante, los economistas coincidieron en que es más probable que el Gobierno cumpla con su meta de crecimiento que con la de inflación (de 10%). Y consideraron que el año próximo se mantendrá el escenario de atraso cambiario.
Javier Alvaredo, director de la consultora ACM, dijo prever un crecimiento económico del 3,3% en general, y alzas del 10% en la inversión y del 3,2% en el consumo.
Además, estimó que la inflación será del 17% en 2018, «lo cual marca la continuidad del proceso de desinflación, aunque a un ritmo de convergencia mucho más moderado de lo que plantean las metas del Banco Central», que van del 8% al 12%.
El economista también sostuvo que el Gobierno podrá cumplir con la meta de un déficit del 3,2% de déficit primario y dijo que el déficit financiero llegará al 5,5%; en tanto, estimó que el desempleo bajará al 7,5% y que el dólar llegaría a $ 20,2.
«El programa de reformas no es la panacea, pero en caso de poder ser cumplido en los próximo cuatro años, permitirá sentar las bases para avanzar en un proceso de desarrollo, reduciendo la alta volatilidad de nuestra economía», afirmó.
El director de Abeceb, Dante Sica, hizo sus apreciaciones con respecto al valor actual del dólar: «El tipo de cambio aumentó 10% en el año, mientras que la inflación cerrará en torno a 24%; la combinación da como resultado un atraso cambiario».
Y advirtió que «si bien la ganancia de competitividad cambiaria de la devaluación de diciembre de 2015 aún no se desvaneció, el horizonte de consolidación fiscal lleva a pensar que el dólar estará planchado, al menos durante todo 2018».
Por lo tanto, agregó, «hay que avanzar en reformas que no sólo le den fundamento a la reducción del déficit, como la previsional, sino que también permitan apuntalar la competitividad genuina de la economía vía aumentos de productividad y reducción de costos». Según su análisis, esta tarea se vuelve ineludible «para que la economía pueda seguir creciendo al 3% o 4% durante los próximos años».
Fuente: La Nación