Por Alfredo Martin, profesor de la UdeCa.
Hay que mirar más allá del presente, pensar en el futuro de nuestros nietos, creer que habrá una llave secreta que cambie el rumbo del país desde lo cultural, lo económico y lo social. Sin embargo, más allá de considerar la posibilidad de la fórmula mágica, lo cierto es que para proyectar hay que tener en cuenta las bases y en el caso de Argentina una de ellas es la pobreza.
Según los últimos datos propuestos por el INDEC: en un año la pobreza aumentó del 27,3% al 35,4%, mientras la indigencia subió del 4,9 al 7,7% -según los números del primer trimestre de 2018 y 2019-. En tanto, la medición del Observatorio Social de la UCA arrojó que la pobreza en Argentina alcanzó al 40,8% de la población -16 millones de personas- al cierre de la gestión gubernamental anterior.
Teniendo en cuenta los estos datos y las mediciones fehacientes de dos instituciones que saben y mucho del tema, planteamos la mirada futura y la posibilidad de que lo que esté por llegar sea aún peor. Para reafirmar esto consideramos el análisis propuesto por María Laura Tramezzani, economista y ex director del JP Morgan, quien explicó que “hay una grandísima preocupación por el largo plazo argentino y pasa por lo demográfico. El 50% de la población es pobre, la juventud menor a 15 años es pobre, la población restante tiene recursos. Ese 50% de la población que no cuenta con material monetario se reproduce hoy en día por cinco hijos por pareja; mientras que el restante se reproduce con dos hijos con pareja. De la población con recursos y buena educación un gran porcentaje se va al exterior en busca de oportunidades, lo que implica que en tres generaciones la proyección de esta situación da que Argentina tendrá un 80% de su población pobre”.
Con esto está más que claro que es momento de dejar los paradigmas de lado. Hay que tomar el timón, cambiar el rumbo y actuar para revertir esta situación. Es el futuro el que está en juego y depende de nosotros.